Llamemos a las cosas por su nombre

Rev. Dr. Mitri Raheb
Este año [2019], Kairós Palestina está celebrando su 10° aniversario. Lo que escribimos en 2009 es más válido que nunca: “Dicen paz, paz, pero no hay paz” (KP 1.1). De hecho, se hace muy difícil reconocer al mundo actual. Con Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil, Johnson en el Reino Unido, Modi en India −por no mencionar Europa del Este, Turquía y Rusia−, Netanyahu ha ganado una cantidad de amigos. El orden mundial que emergió después de la II Guerra Mundial parece estar llegando al final; el derecho internacional y los derechos humanos están siendo cuestionados, y la sociedad civil se está encogiendo. Vivimos un tiempo sombrío, y no se ve la luz al final del túnel.
Sí, esta nueva constelación mundial hace que las cosas se vean más claras que nunca. Ya es hora de llamar a las cosas por su nombre. 
1. La ocupación de la tierra de Palestina fue y es un proyecto colonial de asentamiento. 
Está claro ahora que Israel nunca tuvo intención de compartir la tierra con la población nativa palestina. Lo que pasó en América del Norte en el siglo XVI y en Sudáfrica y Australia en el siglo XIX está pasando en Palestina en el siglo XXI. Israel está colonizando la totalidad de la Palestina histórica al tiempo que confina a la población palestina en áreas encerradas, similares a las reservaciones indígenas americanas o a los bantustanes. El plan de anexar el Valle del Jordán y todas las colonias judías de Cisjordania es una expresión de este proyecto colonial de asentamiento. 
Al igual que en otros contextos coloniales, la Biblia ha sido usada para justificar este proyecto colonialista. Mientras nadie hoy en día se atrevería a usar las Escrituras para justificar la colonización de América o África, Israel y sus aliados todavía hacen eso para justificar su propio proyecto colonial. Israel es visto como una excepción, como el pueblo de Dios que tiene derecho a colonizar la tierra en nombre de Dios. De hecho, cuando las actividades de colonización israelíes fueron condenadas en el Consejo de Seguridad de la ONU, la única respuesta del embajador de Israel Dannon fue levantar la Biblia. El “derecho divino” de Israel es utilizado como autoridad suprema para golpear los derechos humanos del pueblo palestino. 
Lamentablemente, el movimiento sionista ha venido haciendo proselitismo activo entre las comunidades cristianas y sionizando la teología cristiana para acomodar ciertos aspectos de la ideología sionista a su pensamiento. Es un error pensar que esto lo hacen solo grupos de cristianos sionistas conservadores y ‘locos’. Esto ha sido –y es− hecho por sionistas cristianos liberales, tales como los teólogos post-Holocausto y muchos pastores “importantes”. Por lo tanto ya es hora de llamar a estos teólogos como colonialistas. Aunque ellos mismos no colonizan la tierra, sí ofrecen el marco ideológico para justificar la colonización. El documento Kairós exhorta a estos teólogos a arrepentirse. 
2. Para la iglesia es más cómodo alinearse con los poderosos
A menudo escuchamos el argumento de que la iglesia tiene que ponerse del lado de Israel debido a lo que les pasó a los judíos y judías en Europa debido al holocausto. Se nos hace pensar que la iglesia aprendió la lección. Me gusta cuestionar eso. Yo no veo que la iglesia haya aprendido mucho. Sí, quizás se volvió más sensible respecto a las tradiciones anti-judías en la iglesia, pero aún es más cómodo para la iglesia alinearse con los poderosos.
El lobby israelí es muy fuerte y recompensa activamente a quienes le siguen, al tiempo que castiga a quienes obedecen a su conciencia. Ha sido siempre muy costoso ponerse del lado del débil y el oprimido. Le puede costar a uno su carrera, su reputación, e incluso la vida. Dietrich Bonhoeffer fue parte de la diminuta iglesia confesional que osó desafiar a los poderes de su tiempo. Pagó con su vida. Mientras Bonhoeffer es ampliamente celebrado, casi como un santo protestante, solo muy pocas personas hoy en día se atreven a seguir su ejemplo y desafiar al Estado de Israel y sus lobbies encrustados en la iglesia y en la sociedad. 
Una táctica para silenciar las voces proféticas es llamarlas antisemitas. Aunque el término antisemita fue acuñado a finales del siglo XIX para describir la demonización y la discriminación hacia toda la comunidad judía, el lobby judío ha estado redefiniendo activamente el término para que signifique criticar al Estado de Israel, y así desacreditar toda resistencia real al proyecto israelí, incluso si la resistencia es claramente no violenta. El espacio para el testimonio profético, la resistencia no violenta y la acción cívica se está reduciendo. Es un momento Kairós para hablar alto.
3. Nombrar los Poderes es un primer paso para desmantelarlos 
Mientras las personas judías en Europa eran consideradas diferentes e inferiores a las europeas, en 1944 el Presidente de EE.UU. Roosevelt firmó un decreto declarando que las personas judías (y las italianas) eran blancas y por lo tanto tenían derecho a indemnización, a diferencia de las personas afroamericanas, que fueron excluidas. Así, las personas judías askenazíes se convirtieron en parte de la raza blanca. De hecho, si analizamos el llamado ‘diálogo judeo-cristiano’ en los últimos 50 años, encontramos que se trata de un diálogo entre anglosajones blancos y judíos blancos. Ningún judío etíope o ultraortodoxo fueron jamás invitados a estos diálogos. Supremacismo blanco y supremacismo askenazí se convirtieron en las dos caras de la misma moneda. Por otro lado, las personas palestinas no son consideradas blancas, sino árabes, musulmanas, y por lo tanto inferiores. Supremacismo blanco por un lado y orientalismo por el otro son los dos factores que inclinan la predisposición cultural a favor de Israel. 
El mal uso de la Biblia, las estructuras de poder existente, el supremacismo blanco y el racismo son los factores que sostienen la ocupación y le dan a Israel impunidad para continuar la colonización de la tierra y el pueblo de Palestina. Nombrar a estos poderes –llamar a las cosas por su nombre− es un primer paso para desmantelarlos. El aniversario de Kairós es una excelente ocasión para hacer exactamente eso. 


El Rev. Mitri Raheb fue presbítero de la Iglesia Luterana Navidad, en Belén, y es fundador y Presidente de la Universidad Dar al-Kalima, Escuela Universitaria de Artes y Cultura de Belén. Es autor de 16 libros, incluyendo: Soy un cristiano palestino, Belén bajo sitio, Fe en la cara del imperio: La Biblia a través de los ojos palestinos. Sus numerosos libros y artículos han sido traducidos a once idiomas. Como emprendedor social, Mitri Raheb ha fundado varias ONG, entre ellas Dar Annadwa (Centro Cultural y de Conferencias) y Dar al-Kalima (ambas en Belén), además de varias otras iniciativas cívicas a nivel nacional, regional e internacional.
Publicado en “Ten years of prophetic voice”, publicación de Kairós Palestina con motive de su 10° aniversario (Belén, diciembre de 2019). Traducción: María Landi.